El concepto de sistemas a la luz de la visión tradicional de las organizaciones


 Por años se entendió que la mejor forma de estudiar a las organizaciones era separando sus componentes y analizarlos individualmente. El extremo de este acercamiento se le conoce como reduccionismo, la idea de que las organizaciones son la suma de sus componentes individuales. En principio puede parecer lógico, pero a mi juicio, podría conducir a “razonar”, por ejemplo, que no hay diferencia entre un edificio y el grupo de materiales necesarios para construirlo. Si aceptamos como cierta la idea de que un edificio es la suma de sus partes (materiales utilizados para su construcción) entonces tendríamos que concluir también que un ratón de laboratorio es la suma de sus moléculas constituyentes.

Ahora bien, la gran diferencia entre un edificio y el grupo de materiales utilizados para su construcción, así como la del ratón, es la organización. Los materiales para la construcción de un edificio se van adquiriendo y son guardados hasta que son utilizados. Por el contrario, los materiales en un edificio construido están organizados de una forma particular. Por supuesto, de la suma de éstos en el almacén no emerge un edificio. Por lo tanto, para crear un edificio lo más importante es determinar como cada pieza de material será colocada y como ésta se relaciona con las otras, esto es su organización. De hecho, esa organización determina diversas posibles arquitecturas de los edificios así como la funcionalidad del mismo.

Lo antes mencionado nos lleva a la idea de sistema, al que definimos como el conjunto de partes interrelacionadas que interactúan de una manera particular entre si formando un todo para obtener resultados que definen su función. Un aire acondicionado es un sistema compuesto de varios materiales que organizados de una forma determinada producen un resultado. Esos mismos materiales por separado no producen el resultado esperado. Por lo tanto, y este es el punto crítico, el comportamiento del sistema depende de su estructura total y no de añadir (suma total) el comportamiento individual de sus partes. De hecho, es el concepto de sistema el que nos ayudará a entender  como funcionan las organizaciones y las razones por las que políticas u acciones propuestas aisladas no necesariamente nos conducen al resultado esperado. 

Si el principio antes descrito es cierto, entonces para cambiar el comportamiento de un sistema organizacional es necesario y requerido “volver a diseñar” la forma y manera en que sus partes están organizadas e interactúan. Por lo que, cualquier cambio de política y normativa que no contemple dicho cambio de ordenamiento, está destinada a no producir el resultado esperado. Todo lo contrario, lo que pudiéramos obtener como resultado son nuevas situaciones que agravarán lo que pretendemos cambiar. 

                                                                                                                           

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